lunes, 14 de noviembre de 2011

Cada loco con su tema.

- ¡Por qué quieres saber tanto!
- Es una necesidad.
- ¡A mí me basta con que estés a mi lado! ¡No le busco razón a esto!
- Yo necesito que me lo demuestres todos los días.
- Demostrar, demostrar... ¡Para ti todo tiene que ser demostrado! ¡Casi como una teoría filosófica!
- ¿A caso no ha de ser así? ¿A caso e de dejar que un simple "te quiero a mi lado" me baste para saber que me quieres?
- ¡¿Y por qué no iba de ser así?!
- ¡Porque te quiero a mi lado y te querré siempre!

sábado, 12 de noviembre de 2011

Nadie.

En cada parte de mi cuerpo hay algo que no encaja. No me siento bien conmigo misma, ¿qué puedo hacer? Sonrisas, abrazos, besos. Todo ello vacío, sin nadie a quién poder ofrecérselo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Mi mundo eres tú.

Cada uno tiene su propio concepto de "mundo". El mío eres tú y quisiera recorrerte; pisar por cada uno de tus lunares; visitar cada rincón de tus poros y embriagarme con tu dulce aroma, el único que te diferencia del resto.

Pd: lo siento, hoy ando poco inspirada :/
¡Visitad mi diario! http://www.fotolog.com/entreideas

jueves, 10 de noviembre de 2011

A ella.


Y es que son 86 maravillosos años.
Recuerdo cuando era pequeña y todas las tardes papá y mamá nos llevaban a casa de los abuelos. Bueno, al principio me llevaban a mí, luego llegó Ashley.
Todas aquellas tardes en las que deseaba llegar para jugar a las cartas con el abuelo mientras la abuela me hacía la merienda: un plato de jamón serrano con rebanadas de pan. Después de eso, salíamos al parque que estaba debajo de la gran avenida que ya me sabía de pé a pá. Era una niña caprichosa por aquel entonces y casi siempre quería que me compraran algo, lo cual me llevaban a un todo a cien que me gustaba porque todo me parecía maravilloso y que ¡tenía muchas cosas! Además, el camino de ida era todo un paseo porque no sólo había que pasar unas callejuelas, sino que éstas a su vez te llevaban a la gran avenida donde había muchísima gente, coches que iban de aquí para allí, pastelerías, tiendas de ropa y, por supuesto, el todo a cien (que a decir verdad, era mi “juguetería” preferida).
Pero los años pasaban. Yo ya estaba a punto de terminar el colegio y mis padres se las arreglaron para estar, por lo menos uno de ellos, en casa para que Ashley y yo no nos quedáramos solas (cuando lo hacíamos, me encargaban ser la niñera con un “Ya eres mayorcita, así que, podéis quedaros solas”. La abuela empezaba a tener problemas de azúcar, y como vivían lejos de toda mi familia, el resto que vivían en Bristol, decidieron comprarles una casa (nosotros vivimos en Bath).
Transcurrieron los años. Mi familia y yo íbamos a visitarles todos los fines de semana, aparte de verles, por supuesto, en los cumpleaños, en año nuevo, en semana santa y en verano. Yo ya empecé el instituto y como es lo normal por aquellas edades, estaba con la edad del pavo, aunque no era tan problemática como las típicas “chonis” o “poqueras” de hoy en día (y de aquel entonces). Yo, de por sí, nunca he sido una chica problemática. La abuela iba algo mejor, pero el que peor se puso fue el abuelo. No más estaba en proceso de dejar de fumar y de beber después de casi toda su vida haciéndolo, y junto con la pulmonía que tenía, fue ingresado. Gracias a Dios se recuperó de todo, aunque, como es normal, tiene que tomarse medicamentos.
Año 2009, la abuela  fue ingresada, después de haber tenido un accidente tras caerse de un escalón y haberse roto el hueso de una pierna del que se recuperó favorablemente a sus 84 años y con diabetes. ¡Nada puede con ella!
Año 2010, de nuevo fue ingresada. Esta vez fue algo irreparable: un ictus cerebral. Esto provocó la interrupción de los flujos sanguíneos del lado izquierdo del cerebro, provocando parálisis en el lado derecho del cuerpo. Esto, a su vez, provocó que apenas pudiera balbucear. Ya no se le entendía al hablar, no obstante, ella sí que es capaz de reconocer todo. Sin embargo, el alzheimer que le diagnosticaron provocaba que se le olvidaran las cosas, pero hay que decir que no se le olvida cosas como nuestros nombres o dónde vive, nada que ver. Fue dada de alta, y con ayuda de un andador y ayuda de todos nosotros, la obligábamos a moverse para no perder movilidad. Por desgracia, el habla era lo más difícil de recuperar, aunque, como todos, tenía días buenos en los que se entendía lo que decía y momentos malos en los que lloraba porque no podía hablar bien.
Año 2011, ingresada, esta vez peor. Ha sufrido, de nuevo, un ictus; esta vez más fuerte y en el lado contrario. No podía abrir los ojos, ni hablar. Quiere quitarse todas esas sondas que le molestan, pero hay que impedirlo puesto que sería peor. Nos entiende, pero no puede decir lo mucho que le molesta todo. No pude contener las lágrimas y acercarme a ella y decirla que la quería.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Momentos inexistentes.


En noches como esa, lo que más desea una es estar rodeada de buenos amigos, asustándonos unos a otros y comparando disfraces terroríficos que nosotros mismo fabricamos. Cuando la luna sale de su escondrijo nos indica la hora de disfrutar al máximo lo que queda de noche, y ¡aún  queda!
Nuevas caras y gente conocida se pasea conmigo contándome batallitas de su verano pasado, de las clases, de sus amigos, de cualquier cosa que se les venga a la cabeza, y siempre haciéndome de reír. Nos vamos separando en grupitos de tres para cruzar las calles estrechas siempre llamando al de la otra punta con un “¿Verdad tío?” A su vez las carcajadas del resto se confundían con el frío de una noche de octubre.
Llegar a tu destino dejándote llevar por el encanto de la gente y el amor que desprenden algunas parejas (yo sintiendo envidia, pero no deseando ningún mal). El placer de estar al lado del chico que te gusta, aún sabiendo que no te es correspondido aunque él no se pispe de nada de lo que tu aura desprende. Acercándome a su lado procuro empezar una conversación sustancial, sin quedarnos en el típico “Bien, ¿y tú? Bien”. No hay nada como respirar su aroma que el fresco céfiro arrastra hacia nosabedonde. Sin previo aviso, me lanza una sonrisa y como acto reflejo se la devuelvo.
La juerga llega a su fin y cada uno decide marchase a su casa por caminos distintos. Me da miedo ir sola por la calle, pero me hago la valiente y les digo que por mí no se preocupen. Ya la felicidad se va disipando: los mejores momentos han pasado. Ahora toca regresar a la realidad, que es igual de cruda que la carne, pero en este sentido, en buen estado. ¿Habrá una próxima vez igual o mejor que esta? Es la pregunta que siempre se me pasa por la cabeza cuando lo bueno se acaba. Y definitivamente, hoy encontré la respuesta.
Tras doblar unas cuantas esquinas y cruzar una carretera de las otras dos que me quedaban, alguien jaló de mi brazo. Paré asustada y me giré inmediatamente, pero el miedo y la cobardía se disiparon al ver que él me había estado siguiendo. No dudé en preguntar qué hacía por allí, no era su camino. Quería ofrecerme lo que nunca nadie ha hecho: ver una película juntos. Aunque la idea me agradaba muchísimo, estaba inquieta porque el lugar no estaba claro. En el cine era imposible, a las 3 de la mañana no abren nada. Su casa pillaba lejos, con lo cual, sólo quedaba la mía. Tras pensar que lo había hecho a propósito le dejé de dar importancia al asunto y nos dirigimos a mi casa. Por suerte (o por casualidad, que siempre es tan oportuna) no había nadie en casa. Después de quitarme el disfraz (a él no le gustaba ese tipo de vestimentas pero igual le divertían) le ofrecí una taza de leche con cola-cao que aceptó divertido.
La noche transcurrió amena, a veces había momentos de silencio en los que analizaba la situación incrédula y no me atrevía a preguntar lo más obvio: ¿Por qué? ¿Por qué estaba pasando la noche aquí conmigo? ¡Cómo estaba pasando todo esto! Desde luego que parecía un sueño. Pero un sueño demasiado real. Apareció una imagen muy llamativa que hizo olvidarme de todo. Se la señalé y noté como acercaba su mano a la mía. Ese roce me hizo estremecer. Todo mi cuerpo se paró unas milésimas de segundo para analizar física y psíquicamente la situación antes de volver en sí y seguir su juego. Notaba el calor de sus manos. Notaba como mi casa se convertía en un paraíso.
En efecto, todo era un sueño.

martes, 8 de noviembre de 2011

Nueva URL.

Sé que es poco usual que escriba más de una entrada al día pero he cambiado la dirección de mi blog: http://entresensaciones.blogspot.com :)
Un besito.

Huir.

¿A veces no te entran ganas de huir y correr sin un destino fijo? En momentos como estos el único medio que me permite alejarme de la realidad es escribir. Y, la verdad, no me importaría dedicarme a ello, pero no me expreso bien, además de ser una total desorganizada mental.
Hoy, al salir de clase, quise sentarme tranquilamente para... pensar. Más que pensar, quise organizarme.
Pero creo que aún no estoy preparada, la soledad me atterra en cierto modo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Aprender. Vivir.

No es de inconformistas querer estar continuamente en movimiento sin detenerse en la pura rutina. Es algo con lo que no podría vivir. Continuamente nos sometemos a obligaciones que no nos dejan vivir la vida al máximo, y eso que es lo que la gente dice continuamente. ¡Qué paradoja!
Por eso, voy a vivir a mi ritmo. Con paso lento pero firme, observando todo lo que me rodea sin pararme a pensar si lo estoy haciendo bien o mal. Cada paso que dé será un nuevo comienzo y cada comienzo será, a su vez, un medio de aprendizaje.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Nada es lo que parece.

A la hora de la verdad, Lula actúa a su modo, a su ser. Todo el mundo piensa que es una chica recatada, tonta y hasta a veces insignificante. Una persona inofensiva.
Muchas veces ha intentado mostrarse tal y como de verdad es, pero esa inseguridad es lo que le hace encerrarse en sí misma y dar esa sensación de inocencia y cobardía que la gente le tacha.
¿No es más que otro momento de prejuicios? Nadie se libra de ellos, asíque, no lo descartaría.
De nuevo, ese síntoma de ridículo rondando por su mente le impide decir lo que piensa e impide que su verdadero Yo salga a la luz.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Sueños, sueños son.

Cada mañana me doy cuenta de una cosa: los sueños, sueños son.
Despertarse sin tener al lado a esa persona que ha estado continuamente en tus más dulces fantasías se hace duro de asumir. Tantas sonrisas dibujadas en los rostros, miradas cómplices, helados de chocolate que se hacían interminables por observarle detenidamente, intervalos de besos y caricias. Paseos por la orilla del río, espantando a los bichitos que se posan en el cabello, sin contar con los que pasean por la arena junto a los pies descalzos. Momentos repentinos en los que el viento se lleva las palabras dejando paso a las respiraciones agitadas.
Que todo ello se desvanezca cuando lo bueno empieza y que me parezca tan real, es un precio muy alto de pagar; más aún cuando nada de esto ocurre en realidad.

PD: feliz cumpleaños a Kevin Jonas, jeje.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La vida es un juego.

Intento descifrar los enigmas de la vida. El por qué de que las personas se comporten de manera inapropiada ante asuntos absurdos y cómo sirven de guía a aquellos que, sin nada mejor que hacer, se molestan en defender algo que creen que por un lado es inocente y por otro culpable. Desde luego que nadie nace siendo perfecto, pero hay que saber distinguir entre lo bueno y lo malo. Aunque, cada cual tiene su propios criterios para seguir lo que está bien.
La vida es un juego con muchas oportunidades.