lunes, 30 de julio de 2012

¡Sal de mi vida!


Aún sigo pensando en ti aunque lo niegue rotundamente. Sé que está mal que lo diga porque de esa manera nunca conseguiré ser libre del todo, y me refiero a abrir mi corazón de nuevo. Pero entraste, sin que tú ni yo lo quisiéramos; y te quedaste ahí encerrado, y no soy capaz de encontrar la llave que abre esta cárcel de amor.
Busqué en mis recuerdos, en mis sentimientos, en mis acciones. Busqué en cada uno de tus gestos; en tu sonrisa, tus ojos, tus manos y tu pelo. Sin embargo, todo fue en vano porque desapareciste de mi vida en un abrir y cerrar de ojos, escapando de mi corazón, dejando una enorme habitación donde todas y cada una de tus palabras flotan libremente llegando al limite del espacio permitido. Escapaste dejándome un vacío interior que no soy capaz de rellenar porque sigo sin encontrar esa llave.
Y nunca la encontraré si no me ayudas a buscarla. Por eso, recurro a ti (de nuevo), a mis pensamientos; de tal manera que puedan ayudarme a contactar contigo por última vez.

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